En esta sesión del ciclo «Atrévete a pensar», María Teresa Russo, catedrática de Filosofía Moral y Bioética en la Universidad de Roma Tre desarrolló un análisis crítico de una de las obras más influyentes para los estudios de género y la teoría feminista, como es el libro de Judith Butler El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. También participaron Benigno Blanco, director del ciclo, y José María Beneyto, que moderó la sesión.
La exposición de Russo partió de la premisa de que «para entender una idea hay que conocer sus raíces». Esto nos permite adoptar una actitud crítica frente a ellas, y despojarnos de prejuicios. Por ello, es importante el estudio de una obra como la de Butler, que tiene por objetivo estudiar las raíces de los conceptos de cuerpo, sexo, género e identidad, e indagar la relación entre ellos. En el libro, la autora desafía las nociones convencionales sobre sexo y género al abolir la diferencia entre ellos. Propone que no existe un sexo biológico ni un género natural, sino que ambos son un constructo social: se forman a partir de la socialización. Butler niega que el sexo sea una materia preexistente que determina al ser humano, pues ello implicaría un determinismo biológico. El cuerpo toma forma a partir del uso del lenguaje, de la forma en la que uno se desenvuelve socialmente: «el lenguaje ejercita un poder sobre la realidad y nos hace creer lo que en realidad no es». Así surge también el género, y se construye la identidad personal.
«El ideal para Butler sería una fluidez total de los géneros que pueda dar la libertad de intercambiar como se quiera». Así, la identidad no estaría determinada por el género ni el sexo que le son impuestos a los individuos, sino que cada persona sería libre de autodefinirse. Podrían existir tantos géneros como individuos. Indica Russo que la propuesta de Butler ha recibido duras críticas. Entre ellas, se incluye a feministas, como Martha Nussbaum, Barbara Duden y Bina Shah, que reprochan a Butler por desaparecer en su propuesta la categoría de mujer, que es central para la lucha feminista.
Un mérito que rescata Russo de la propuesta de Butler es haber subrayado la importancia de la cultura en la construcción de género. Sin embargo, en su opinión, es un error disociar el cuerpo y el género, porque los seres humanos no pueden pensarse sin un cuerpo. No se puede ignorar tampoco que nacen con un cuerpo sexuado. Por ello, Russo opina que lo mejor sería recomponer la armonía entre cuerpo y sexo, pues de ello surge la identidad. «El cuerpo humano no es solo biología, es también biografía», concluyó la filósofa.